27 Ene El que plagia, no tiene perdón
«Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mateo 25:40)
Hablamos la semana pasada de que para escribir sobre cualquier tema hay que tener un conocimiento sólido de la materia sobre la que se escribe. Conocimiento que se adquiere a través de unos estudios superiores y/o la práctica de una profesión cualificada. Escribir artículos en un blog de protocolo requiere un conocimiento profundo de la materia sobre la que se escribe, ya que se trata de algo muy específico, hasta en eso hemos de ser profesionales.
El conocimiento profundo tiene enfrente dos tentaciones: el conocimiento superficial y el plagio descarado. Un blog específico de protocolo (y personalizo el blog) debería huir de comentarios superficiales salvo para profundizar en ellos y mostrar en sus post el dominio de la materia que sería deseable para hablar de un tema. El problema es que para adquirir el conocimiento hace falta “echarle muchas horas” al estudio, a la investigación, a la búsqueda, a encontrar -como Protocolo a la Vista- esa foto que cuadra perfectamente con el comentario protocolario que quiero hacer. Y no solo es buscar, es también saber contarlo, este proceso requiere saber estructurar en un texto aquello que hemos encontrado, descartando lo accesorio y lo que ya se ha visto en muchas ocasiones para evitar repetir la misma idea una y otra vez, o simplemente para que al presentarla parezca distinta.
La segunda tentación es el plagio. Quien plagia se salta el procedimiento. Va directamente de la búsqueda al resultado. Cae en mis manos un artículo interesante de banderas, recorto y pego y lo lanzo a la red, si además tengo suerte y lo encuentro en inglés, hago una traducción rápida ¡y lo mismo!; encuentro un libro que habla del servicio de mesa, abro por la página 13 y transcribo directamente lo que allí se dice, todo esto como si fuera mío …, por poner dos ejemplos.
Cuando has echado muchas horas estudiando y leyendo libros, artículos, ensayos, etc. aprendes a clasificarlos por familias como los pergaminos, como decía mi profesor de Derecho Romano al referirse a los exámenes que eran copia unos de otros. Doy fe que hay libros de protocolo que son una copia de publicaciones que les precedieron, pero ello no ha de ser excusa para que copiemos lo que en sus páginas se dice y lo lancemos como propio, lo siento pero aquí no podemos aplicar el aforismo: “quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón” (cambiando roba por copia y ladrón por copión).
Según la Real Academia Española plagiar “es copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.
Al igual que la Real Academia Española, la Doctrina del Tribunal Supremo entiende por plagio “todo aquello que supone copiar obras ajenas en lo sustancial”. Así mismo, amplia la definición del concepto al presentar el plagio “como una actividad material mecanizada, poco creativa y carente de originalidad, aunque aporte cierta manifestación de ingenio”. Concluyendo que “el concepto de plagio ha de referirse a las coincidencias estructurales básicas y fundamentales y no a las accesorias, añadidas, superpuestas o modificaciones trascendentales” (STS núm. 12/1995 de 28 de enero)
Que buena y qué oportuna es esta explicación, pero no es mía, ha salido de aquí: [http://biblioteca.ua.es/es/propiedad-intelectual/aprende-sobre-el-plagio-y-como-evitarlo.html (disponible el 22 de enero 2015)] ¿veis? no cuesta nada citar las fuentes. Se lo mucho que cuesta elaborar un texto y que los atajos, a corto plazo, nos llevan al destino rápidamente, pero no evitan que los demás piensen de nosotros que somos unos tramposos.
En #PBP actuamos de buena fe, no entramos a valorar el contenido de los posts porque no nos hacemos responsables de lo que vosotros escribís, hacemos un link directo a vuestros artículos y solo los retiramos de la página cuando el autor del texto original contacta con nosotras para decirnos que tal o cual post está extraído directamente de su libro o su publicación. A veces el contenido “nos suena”- no en vano hemos leído los mismos libros- lo hablamos entre nosotras, vemos de dónde ha salido, comprobamos muy bien todo y entonces solemos publicar algún post de opinión sobre el tema esperando que el/la “copista” se dé por aludido/a. Reconocemos que hasta ahora ése ha sido un esfuerzo vano.
Pero otras veces resulta que a quien plagian es a nosotras(bueno, a @pmuinos y @maritaserna, que cuentan con más publicaciones) y aquí viene a colación la cita del Evangelio. El hecho de que nos plagien nos sienta fatal y le hemos dado vueltas al asunto hasta optar por un remedio. Como los antiguos griegos nos hemos reunido en asamblea durante la sexta pritanía (entre enero y febrero) y hemos votado condenar al ostracismo a los copiotas. Hemos escrito el nombre del/de la copiota en un ostracon virtual y le/la hemos condenado al destierro virtual. Ese destierro significa que a partir del momento en que es “pillado/a” deja de existir para #PBP, dejamos de publicar sus post, de retuitear su tweets, de darle al “me gusta” en su página de Facebook …, esas pequeñas cosas que están a nuestro alcance y que evitan señalar con el dedo, porque eso sería considerado mala educación.
Es un pequeño paso, tal vez solo simbólico, pero con él queremos reconocer el trabajo original de los autores cuyas contribuciones permiten avanzar en el conocimiento de una determinada materia, en este caso el protocolo.
Artículo de @MariaPSC para @protocolblogger
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