05 Nov Los profesionales y los puestos de confianza
Artículo de opinión de @MariaPSC para #PBP
De vez en cuando, cuando visito instituciones con los alumnos, hay una cuestión que surge en el turno de preguntas que suele abrir la persona de protocolo que nos acompaña, y es que los chicos tienen curiosidad por saber cómo se consigue trabajo. “¿Qué hay que hacer para trabajar aquí?” es la pregunta más popular, y “soy funcionario”, respuesta del responsable de protocolo, o “soy personal de confianza”, respuesta del jefe de gabinete, son las más habituales.
Personal de confianza ¿qué quiere decir?, ¿existe el profesional de la confianza?, ¿existen unos estudios en confianza?. Bromas aparte ¿es que a uno le contratan por la confianza que tienen en él y no por los conocimientos o la experiencia que tiene?, esta es la pregunta que me hacen a mí al salir de esos lugares. Vaya por delante mi reconocimiento a grandes profesionales del protocolo que desarrollan –o han desarrollado- su labor en puestos de confianza, no me refiero a ellos, puesto que su trabajo y su labor se valorará siempre. Aquí estamos hablando de puestos de confianza desempeñados por personas sin ninguna formación ni experiencia para el trabajo que realizan en protocolo y eventos.
Desde distintos foros se habla de la “profesionalización” de los profesionales del protocolo, en el sentido de tener el desempeño de sus funciones amparado por unos conocimientos adquiridos en una facultad o en una escuela profesional, además de los obtenidos a través de la práctica profesional, pero ¿se le exige lo mismo al personal de confianza?.
Tres párrafos hablando de “personal de confianza” y aún no he dado una definición, empiezo a no reconocerme, ¡con lo que me gustan las palabras!.
El diccionario de la RAE al definir la expresión “de confianza” –y siempre referida a una persona- dice lo siguiente: 1. loc. adj. Con quien se tiene trato íntimo o familiar; 2. loc. adj. En quien se puede confiar. Ninguna de las dos me gusta para definir a un profesional de protocolo desempeñando su trabajo. La primera porque si le han dado el trabajo porque tiene un trato íntimo o familiar con su jefe, es que en la asignación de su puesto no se ha tenido en cuenta su formación o idoneidad, sino que le han “enchufado”. Y si está en un puesto solo porque se puede confiar en él –sobre todo en su silencio- y se valoran tanto la sumisión como los servicios que prestará de ser necesario, no estamos hablando de profesionalidad sino de “clientelismo”.
Un profesional del protocolo sabe que la confidencialidad es parte esencial de su trabajo, independientemente de quién sea su jefe y que el respeto se gana por el trabajo que es capaz de hacer, no por los secretos que es capaz de guardar, ya que el sueldo se cobra por lo que se hace no por lo que se oculta.
El “profesional de la confianza” dura lo que el cargo político, una legislatura o, con un poco de suerte, dos; y es que, claro, se trabaja para un individuo, no para un departamento, circunstancia esta que lleva, a veces (como hemos visto en las noticias la semana pasada), a correr la aciaga suerte del jefe.
Los departamentos de protocolo– tanto en instituciones públicas como en empresas privadas- necesitan profesionales de protocolo para realizar labores de protocolo, su formación les capacita para el desempeño de una serie de tareas y funciones muy específicas; ganarse la confianza y el respeto del jefe debe basarse en el trabajo bien hecho, no en el acogimiento a su amparo; ganarse la confianza y el respeto de los que le rodean requiere la constatación de que el trabajo se ha hecho bien.
FerArOt
Escrito a las 23:33h, 05 noviembreFantástico artículo de opinión, mi querida y admirada María.
Opino, efectivamente, que los responsables de protocolo de las instituciones, para desempeñar su cargo de un modo óptimo, deben de estar adscritos a la institución, y velar por la buena imagen y relaciones de la misma, sea quien sea el que ocupe su presidencia o dirección.
No obstante, la realidad revela que el puesto de protocolo es un jugoso manjar para colocar al primo o sobrino que no ha hecho nada en la vida, salvo, quizás, un cursillo de una tarde sobre doblar servilletas artísticamente.
Y así nos luce el pelo.
Sólo resta rezar y esperar a que el sentido común y el respeto a la institución que se preside o dirige sean más importantes que esa literal definición de «puesto de confianza», y prime la confianza en lo profesional, no en lo personal.
Lo dicho, gracias por el artículo.
Biquiños.
protocolbloggerspoint
Escrito a las 07:50h, 06 noviembre¡Gracias por tu opinión Fernando!, a mi me llevan los demonios cuando tras una visita en la que (acompañados por el «pseudo-profesional» en protocolo que no sabe por dónde salir ante las cuestiones que le plantean los alumnos) se les da esa respuesta a los alumnos. ¿Qué pueden pensar?, lo más normal: para qué estoy estudiando si todo va por enchufe.
Pingback:¿Qué se han contado los @protocolblogger esta semana? | PROTOCOL BLOGGERS POINT
Escrito a las 19:32h, 09 noviembre[…] Sobre profesionales y puestos de confianza reflexionó @MariaPSC en el artículo de opinión de esta semana en #PBP. El respeto y la confianza se ganan con el trabajo bien hecho, y ahí, los profesionales del protocolo tienen mucho que decir. […]